ULTIMA HORA
El Escatológico Tercer Secreto
Por Roberto O´Farrill y José Alberto Villasana (Junio 2007)
El Secretario de Estado de la Santa Sede, Cardenal Tarcisio Bertone, publicó el pasado 20 de mayo su libro “La Última Vidente de Fátima” que asegura una lectura ávida de quienes anhelan conocer más del “Tercer Secreto”. Debido al cargo curial del autor se despierta un grande interés, aunque no mayor al que provoca la carta que Benedicto XVI le dirigiera con motivo de la publicación, pues en ella expresa que “el capítulo que trata de la publicación de la tercera parte del secreto de Fátima lo vivimos juntos... ...Juan Pablo II vio que había llegado el momento de disolver el halo de misterio que recubría la última parte del secreto entregado por la Virgen”.
El Papa además menciona que el año 2000, cuando se dio a conocer el secreto “fue un tiempo de luz, no sólo porque el mensaje pudo así ser conocido por todos, sino también porque se desvelaba de esta manera la verdad en el confuso marco de las interpretaciones y especulaciones de tipo apocalíptico que circulaban en la Iglesia, creando turbación entre los fieles”. El problema, es que en aquella fecha, el Vaticano publicó únicamente la primera parte del así llamado “Tercer Secreto”, es decir, la que se refiere a la visión que tuvieron los niños, omitiendo la explicación que la Virgen les dio respecto a lo que vieron. Para entender la visión descrita por la vidente Lucía en su escrito del 3 de enero de 1944 es preciso leer la explicación de la misma, que redactó seis días después (9 de enero), por sus condiciones de salud. La existencia de dos documentos diversos la confirmó la misma Hermana Lucía en una nota que envió al obispo Da Silva. Además, y está acreditada por varios testigos, entre ellos el Cardenal Alfredo Ottaviani, y está exhaustivamente documentada por los expertos Michel de la Trinité y Francois de Marie des Agnes. En el mensaje que escribió el 9 de enero se encuentra descrito, con detalle, la verdadera explicación de la visión que tuvieron. Allí se revela lo que sucederá al mundo, pero también se da a conocer la gravísima crisis que sufrirá la Iglesia.
El 18 de noviembre de 1980, Juan Pablo II reveló, en una rueda de prensa con motivo de una Reunión del Episcopado alemán, que, en efecto, la Iglesia y el mundo están por iniciar la más grave prueba de su historia. Un periodista le preguntó si era auténtico el Tercer Secreto filtrado por el periódico Neues Europa, el 15 de octubre de 1963, y porqué no se había publicado en 1960, como lo había solicitado la Virgen durante las visiones. La respuesta del Pontífice fue publicada en el periódico alemán Stimme des Glaubens: “Por su contenido impresionante, y para no estimular al poder mundial del comunismo a llevar al extremo ciertas injerencias, mis antecesores prefirieron la relación diplomática del secreto. Además, debería bastar a todo cristiano saber que el secreto habla de que océanos inundarán continentes enteros, de que millones de hombres se verán privados de la vida repentinamente, en minutos. Con esto en mente, no es oportuna la publicación del secreto. Muchos quieren saber sólo por curiosidad y sensacionalismo, pero olvidan que el saber lleva consigo también la responsabilidad. Ellos pretenden solamente satisfacer su curiosidad, y esto es peligroso. Probablemente ni siquiera reaccionarían, con la excusa de que ya no sirve de nada”. Inmediatamente le preguntaron: ¿Y qué sucederá con la Iglesia?, a lo que el Papa respondió: “Debemos preparamos a sufrir, dentro de no mucho tiempo, grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida y a entregamos totalmente a Cristo y por Cristo. Por vuestra oración y la mía es posible disminuir esta tribulación, pero ya no es posible evitarla, porque solamente de esta manera puede ser verdaderamente renovada la Iglesia. ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia se ha efectuado con sangre! Tampoco será diferente esta vez”.
De las palabras de Juan Pablo II surgen preguntas: ¿En qué consistirá esa “tribulación” que “no es posible evitar” y que constituye la única vía para renovar a la Iglesia? ¿Cuáles son esas “grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida”? La interpretación presentada en el año 2000 por la Santa Sede, referente a la visión de un obispo vestido de blanco que huye de una ciudad en ruinas y es atacado y muerto, no se puede referir, como se quiso hacer creer, al atentado contra Juan Pablo II en Plaza San Pedro, porque no hay concordancia en los hechos y porque no habría razón de esperar veinte años para hacerlo público. Es evidente que el Papa Ratzinger continúa apoyando, al menos en público, la tesis de que el Tercer Secreto se refiere al atentado contra su antecesor, pero él conoce el texto que escribió Lucía el 9 de enero y sabe que nada tiene que ver con la interpretación publicada por la Santa Sede el 26 de junio de 2000. Incluso, siendo aún cardenal, reconoció públicamente en EEUU que “puede haber una interpretación diversa a la ofrecida”. Al escatológico “Tercer Secreto” se suma ahora el Secretario de Estado y confirma, sin pretenderlo, que todavía se vive en un tiempo al que bien puede llamársele “Ya... pero todavía no...”.
Por Roberto O´Farrill y José Alberto Villasana (Junio 2007)
El Secretario de Estado de la Santa Sede, Cardenal Tarcisio Bertone, publicó el pasado 20 de mayo su libro “La Última Vidente de Fátima” que asegura una lectura ávida de quienes anhelan conocer más del “Tercer Secreto”. Debido al cargo curial del autor se despierta un grande interés, aunque no mayor al que provoca la carta que Benedicto XVI le dirigiera con motivo de la publicación, pues en ella expresa que “el capítulo que trata de la publicación de la tercera parte del secreto de Fátima lo vivimos juntos... ...Juan Pablo II vio que había llegado el momento de disolver el halo de misterio que recubría la última parte del secreto entregado por la Virgen”.
El Papa además menciona que el año 2000, cuando se dio a conocer el secreto “fue un tiempo de luz, no sólo porque el mensaje pudo así ser conocido por todos, sino también porque se desvelaba de esta manera la verdad en el confuso marco de las interpretaciones y especulaciones de tipo apocalíptico que circulaban en la Iglesia, creando turbación entre los fieles”. El problema, es que en aquella fecha, el Vaticano publicó únicamente la primera parte del así llamado “Tercer Secreto”, es decir, la que se refiere a la visión que tuvieron los niños, omitiendo la explicación que la Virgen les dio respecto a lo que vieron. Para entender la visión descrita por la vidente Lucía en su escrito del 3 de enero de 1944 es preciso leer la explicación de la misma, que redactó seis días después (9 de enero), por sus condiciones de salud. La existencia de dos documentos diversos la confirmó la misma Hermana Lucía en una nota que envió al obispo Da Silva. Además, y está acreditada por varios testigos, entre ellos el Cardenal Alfredo Ottaviani, y está exhaustivamente documentada por los expertos Michel de la Trinité y Francois de Marie des Agnes. En el mensaje que escribió el 9 de enero se encuentra descrito, con detalle, la verdadera explicación de la visión que tuvieron. Allí se revela lo que sucederá al mundo, pero también se da a conocer la gravísima crisis que sufrirá la Iglesia.
El 18 de noviembre de 1980, Juan Pablo II reveló, en una rueda de prensa con motivo de una Reunión del Episcopado alemán, que, en efecto, la Iglesia y el mundo están por iniciar la más grave prueba de su historia. Un periodista le preguntó si era auténtico el Tercer Secreto filtrado por el periódico Neues Europa, el 15 de octubre de 1963, y porqué no se había publicado en 1960, como lo había solicitado la Virgen durante las visiones. La respuesta del Pontífice fue publicada en el periódico alemán Stimme des Glaubens: “Por su contenido impresionante, y para no estimular al poder mundial del comunismo a llevar al extremo ciertas injerencias, mis antecesores prefirieron la relación diplomática del secreto. Además, debería bastar a todo cristiano saber que el secreto habla de que océanos inundarán continentes enteros, de que millones de hombres se verán privados de la vida repentinamente, en minutos. Con esto en mente, no es oportuna la publicación del secreto. Muchos quieren saber sólo por curiosidad y sensacionalismo, pero olvidan que el saber lleva consigo también la responsabilidad. Ellos pretenden solamente satisfacer su curiosidad, y esto es peligroso. Probablemente ni siquiera reaccionarían, con la excusa de que ya no sirve de nada”. Inmediatamente le preguntaron: ¿Y qué sucederá con la Iglesia?, a lo que el Papa respondió: “Debemos preparamos a sufrir, dentro de no mucho tiempo, grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida y a entregamos totalmente a Cristo y por Cristo. Por vuestra oración y la mía es posible disminuir esta tribulación, pero ya no es posible evitarla, porque solamente de esta manera puede ser verdaderamente renovada la Iglesia. ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia se ha efectuado con sangre! Tampoco será diferente esta vez”.
De las palabras de Juan Pablo II surgen preguntas: ¿En qué consistirá esa “tribulación” que “no es posible evitar” y que constituye la única vía para renovar a la Iglesia? ¿Cuáles son esas “grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida”? La interpretación presentada en el año 2000 por la Santa Sede, referente a la visión de un obispo vestido de blanco que huye de una ciudad en ruinas y es atacado y muerto, no se puede referir, como se quiso hacer creer, al atentado contra Juan Pablo II en Plaza San Pedro, porque no hay concordancia en los hechos y porque no habría razón de esperar veinte años para hacerlo público. Es evidente que el Papa Ratzinger continúa apoyando, al menos en público, la tesis de que el Tercer Secreto se refiere al atentado contra su antecesor, pero él conoce el texto que escribió Lucía el 9 de enero y sabe que nada tiene que ver con la interpretación publicada por la Santa Sede el 26 de junio de 2000. Incluso, siendo aún cardenal, reconoció públicamente en EEUU que “puede haber una interpretación diversa a la ofrecida”. Al escatológico “Tercer Secreto” se suma ahora el Secretario de Estado y confirma, sin pretenderlo, que todavía se vive en un tiempo al que bien puede llamársele “Ya... pero todavía no...”.
Ver estudio de Jose Alberto Villasana
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