lunes, 18 de abril de 2016

Y la tierra tembló



Entre los días 14 y 18 de abril se han producido unos 100 terremotos de mediana y gran magnitud en todo el mundo, 54 de ellos en un plazo de 24 horas, desde la publicación de la Amoris Laetitia. De ellos, el más fuerte, en Ecuador, ocurría el mismo día en que papa francisco confirmaba, en el avión de vuelta de Lesbos, que SI había cambios doctrinales en su exhortación apostólica. Parece como si Dios hubiera estado esperando una retractación por su parte en respuesta a tantas oraciones como está pidiendo… pero no ha sucedido. El terremoto de Ecuador ha sido 6 veces más potente que el de Japón, que ha sufrido múltiples sismos desde el 14 de abril, con la erupción de un volcán. 


La ira de Dios pesa sobre el mundo, como pesó el día de la muerte de Cristo: “Entonces Jesús, dando un grito, exhaló el espíritu. Y el velo del templo se rasgó por medio y la tierra tembló y las rocas se partieron” (Mateo 27:59-51). Judas ha vuelto a entregar a Cristo al Sanhedrín para ser crucificado en cada Eucaristía sacrílega. Y ellos, los obispos y pastores del Pueblo, lo están entregando ya en manos de pecadores para ser crucificado: en Filipinas, en Bérgamo, en Madrid y en muchos otros lugares ignotos, donde ya se permite la comunión a los "recasados". Y esto acaba de empezar.
La cosa es mucho más grave de lo que yo pensaba cuando escribí la entrada titulada “la despenalización del pecado” (mortal). Se trata nada menos que de ¡la LEGALIZACIÓN del SACRILEGIO! Y se extiende como la pólvora por el mundo entero, con mucha mayor fuerza que la profanación de la Eucaristía introducida igualmente con una nota al pie de página en el documento conciliar Memoriale Domine (ver). Esa Nota pretendía evitar un Cisma en la Iglesia tras el Catecismo Holandés del Cardenal Alfrink, y por ello permitió la excepción de poder comulgar en la mano, dado que en Holanda, Bélgica y Alemania ya lo estaban haciendo, cismáticamente. Pero los padres conciliares desoyeron el mandato de San Pablo de apartar de la comunidad a todo el que se aparte de la Doctrina y por ello toda la iglesia quedó contaminada y el humo de satanás entró en ella, como dijo Pablo VI. Ahora ha venido Jorge Mario Bergoglio a culminar la obra que los cismáticos conciliares empezaron entonces: destruir la Eucaristía… crucificar de nuevo a Cristo… y a Su Cuerpo Místico.

No me extraña que la tierra tiemble, como anunció la Virgen en La Salette: "La Naturaleza clama venganza y tiembla de espanto en espera de lo que ha de suceder en la tierra empapada de crímenes"... y el peor de ellos es ¡crucificar a Cristo! 

PD. Ver la Doctrina de la Iglesia sobre la comunión en pecado mortal

Ver publicaciones anteriores sobre este tema: 
De coles y lechugas
La despenalización del pecado
La caja de Pandora